Cuando nos planteamos lo que se necesita para lograr un estudio eficaz, generalmente nos vienen a la cabeza numerosas técnicas de estudio, distintas teorías sobre la higiene del sueño o, incluso, recomendaciones de alimentación. Sin embargo, dejamos de lado los pilares más básicos: motivación, estrategia y hábito.
Motivación
A todos no son familiares las situaciones en las que hemos puesto al alcance de nuestro alumnado todo aquello que necesitan, tanto en términos de conocimientos, comoHa sde materiales, para sacar adelante su estudio y aún así, no es suficiente. Es su motivación lo que no es bastante.
Hay montones de razones para explicar una motivación insuficiente en el alumnado. Algunas de ellas pueden incluir la falta de valoración que será a lo que se consigue con los resultados: cuando la consecución del objetivo es lo suficientemente relevante, el esfuerzo que realiza el alumnado suele ser mayor. Pero hay otros dos elementos que ayudan a incrementar la motivación: la estrategia y el hábito de estudio. Unidos estos tres elementos llevan a la alumnado al éxito en el estudio y es a través de dicho éxito como se dan cuenta de la importancia del esfuerzo y de que llevar a cabo el proceso hasta el final merece la pena, poniendo el proceso de aprendizaje bajo su control.
Estrategia
El ingrediente que más le suele faltar al alumnado y para llevar a cabo un estudio eficaz es, simplemente, y saber cómo estudiar de una manera independiente: como ir rellenando con los conocimientos recién adquiridos y las lagunas previas; como descomponer un proceso o aprendizaje especialmente difícil en pasos graduados que poder seguir hasta conseguir el objetivo completo. Hemos de ser conscientes de que todo aquello que trabajamos con nuestro alumnado referido al autoconcepto, a la resiliencia, o a perder el miedo al fracaso, es una enorme pérdida de tiempo si previamente no hemos puesto su alcance estrategias básicas de trabajo tales como el aprendizaje elemental para hacer ejercicios de matemáticas, cómo redactar un texto, memorizar elementos completos, o la manera adecuada de hacer resúmenes de textos dados o sacar las ideas más importantes de distintas informaciones. En ocasiones parecemos tener la idea de que todos estos procesos y pueden ser espontáneos en nuestro alumnado y de hecho no lo son. Hemos de enseñárselas y guiarles desde su educación más básica hasta conseguir que sean independientes para realizar todos estos procesos.
Hábito .
El hábito de trabajo, aquel que llevará a nuestro alumnado a ponerse a estudiar automáticamente cada vez que sea necesario, o hacer trabajos académicos cuando lo necesite, sin necesidad de llevar a cabo todo un proceso de autoconvencimiento o de toma de decisiones, es el otro pilar que nos llevará al éxito en el aprendizaje. este hábito de trabajo no se genera cuando se es consciente de su necesidad frente a un fracaso escolar, sino desde el inicio de la escolarización.
Estudiar es un hábito. Generar un hábito requiere rutina, ritmo y retroalimentación que indique la pertinencia del hábito. Eso es algo no todo nuestro alumnado tiene. Las expectativas que tenemos sobre el nivel de independencia en el estudio de nuestro alumnado deben basarse en trabajos previos, para que el esfuerzo que ponen en el estudio tenga como consecuencia experiencias de éxito y de incremento de la confianza.
En realidad, todo este conjunto genera un círculo y un conjunto de estrategias que van incrementando las experiencias positivas y alimentando la instauración de un hábito como tal, que va creciendo con cada objetivo logrado a través de un esfuerzo de trabajo. El truco está en averiguar qué parte no le funciona o no está haciendo correctamente cada uno, para corregirla. Comenzar por las estrategias y luego generar el hábito traerá consigo la motivación. Y, por supuesto, cuando antes comencemos este proceso, mejor.