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Todos los que damos o hemos dado clase sabemos muy bien la enorme cantidad de trabajo que conlleva, no solo en el aula (que es mucho), sino antes y después de cada sesión de clase (planificación, programación, coordinación, creación y selección de materiales, inclusión y atención a la diversidad, evaluación…). Ah, y además tenemos que añadir la incesante y cada vez mayor burocracia a la que tenemos que hacer frente. Aportamos desde aquí algunas ideas que, sin ser nuevas del todo, pretenden ordenar cosas que todos sabemos para poder disfrutar de las clases y de las tareas más creativas de la docencia.

  1. Dejar el papel atrás. Si nos organizamos correctamente en el mundo digital nos es posible evitar un montón de tareas repetitivas, optimizar nuestro trabajo, y reciclar materiales y documentos que nos evitarán un montón de trabajo que hacemos una y otra vez, todo el tiempo. Hay infinidad de aplicaciones en la red para organizar todo tipo de tareas diseñados específicamente para docentes, muchas de ellas gratuitas, que nos ayudarán a organizar y organizarnos.
  2. Organizar nuestros materiales. Especialmente los digitales. Perdemos enormes cantidades de tiempo buscando cosas que tenemos archivadas por falta de orden. ¡Hay estudios que lo demuestran!
  3. Colaborar con otros docentes, aunque no es una práctica muy extendida en España en términos generales, es algo que se usa mucho en el extranjero y quienes lo hemos usado hemos aprendido lo maravilloso que es, no solo en términos de tiempo, sino también de resultados y sensaciones.
  4. Usar estrategias de flipped clasroom, que permiten al alumnado acceder inicialmente a los contenidos por sí mismos, realizando sus propios razonamientos, de manera que el tiempo de clase es mucho más activo y participativo por su parte.
  5. Establecer un aula ordenada y una rutina organizada ayuda, aunque parezca mentira, a disminuir (usar otra palabras es utópico) las conductas disruptivas, mejorando el clima de la clase y su productividad, lo que mejora la sensación del alumnado, que trabaja y se comporta mejor… Es un círculo y merece la pena iniciarlo. Generalmente funciona.
  6. Delega tareas. En todos. En compañeros, en familias, en alumnado… Ahora se llama empoderar: empodera a tus alumnos y no hagas por ellos cosas que pueden hacer por sí mismos; empodera a las familias dándoles participación y responsabilidad en el desarrollo escolar de sus hijos; empodera las coordinaciones docentes y las comunidades de maestros, fomentando el trabajo colaborativo y la corresponsabilidad. Ganamos tiempo, eficiencia y, sobre todo, comunidad, que en nuestro entorno es muy importante.

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