Nos encontramos inmersos en una Era Digital, una sociedad donde los hábitos y estilos de vida se han visto transformados por el desarrollo constante e imparable de las tecnologías digitales e Internet. Eso lo sabemos todos. En el entorno educativo, la adecuación tanto del contenido como de las metodologías de enseñanza se ha convertido en un reto necesario, e incluso urgente, en un contexto social en cambio constante, en el que los jóvenes están rodeados de pantallas desde su nacimiento. Las TIC han provocado nuevos alfabetismos que potencian habilidades y competencias propias del siglo XXI, que se ejercen casi siempre en contextos de aprendizaje informal (el aprendizaje informal, distinto del formal y del no formal, es el resultante de actividades cotidianas relacionadas con el trabajo, la vida familiar o el ocio; un tipo de aprendizaje que no se encuentra organizado ni estructurado en cuanto a sus objetivos, duración o recursos formativos). El aprendizaje en red es continuo.
Por otra parte, el rol docente, en el fondo, sigue siendo el mismo de siempre, solo que ahora se tiene que adaptar al entorno, nuevo, en el que se ha de desarrollar. Hasta el momento esta adecuación se ha materializado en la creación de nuevas competencias básicas ligadas a las TIC y la noción del aprendizaje a lo largo de la vida. Esto supone adquirir una combinación de habilidades prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente para lograr una acción eficaz.
En entornos europeos, se define la competencia digital como la capacidad de adoptar estas 5 dimensiones:
- Información: identificar, localizar, recuperar, almacenar, organizar y analizar la información digital, evaluando su finalidad y relevancia.
- Comunicación: comunicar en entornos digitales, compartir recursos a través de herramientas en línea, conectar y colaborar con otros a través de herramientas digitales, interactuar y participar en comunidades y redes; conciencia intercultural.
- Creación de contenido: crear y editar contenidos nuevos (textos, imágenes, videos…), integrar y reelaborar conocimientos y contenidos previos, realizar producciones artísticas, contenidos multimedia y programación informática, saber aplicar los derechos de propiedad intelectual y las licencias de uso.
- Seguridad: protección personal, protección de datos, protección de la identidad digital, uso de seguridad, uso seguro y sostenible.
- Resolución de problemas: identificar necesidades y recursos digitales, tomar decisiones a la hora de elegir la herramienta digital apropiada, acorde a la finalidad o necesidad, resolver problemas conceptuales a través de medios digitales, resolver problemas técnicos, uso creativo de la tecnología, actualizar la competencia propia y la de otros.
Son muchos los docentes que, por iniciativa propia, han decidido renovarse con el objetivo de seguir preparando al alumnado para el mundo que les toca; sin embargo, son también muchas las reacciones contrarias que han provocado que exista un rechazo ante estos cambios de la vida y las escuelas. Existe un cierto temor ante el uso de las TIC e Internet y sus consecuencias; hay, incluso, legislaciones emergentes de muy diversos tipos intentando dar respuesta a esa presencia digital en las aulas.
Los denominadores más comunes que se atribuyen al nuevo rol del docente de la era 2.0 son: organizador, guía, generador, acompañante, coacher, gestor del aprendizaje, orientador, facilitador, tutor, dinamizador o asesor. Estos nuevos roles se asientan en la idea de cambiar la transmisión unidireccional del conocimiento por el intercambio horizontal de información, abundante, caótico y desestructurado. Su función es coordinar y facilitar el aprendizaje y la mejora de la calidad de vida del alumnado. Los docentes deben de ser un ejemplo a seguir, un ejemplo de mejora continua y de aprendizaje permanente. El docente de la Era Digital debe mantener una actitud de indagación permanente, fomentar el aprendizaje de competencias (generar entornos de aprendizaje), mantener una continuidad del trabajo individual al trabajo en equipo (apostar por proyectos educativos integrados) y favorecer el desarrollo de un espíritu ético. La tecnología y la información por sí solas no guían ni ayudan ni aconsejan al alumnado; por ello, la labor del docente en la educación digital es hoy más importante que nunca.
Esa es la teoría. La realidad está llena de prejuicios, falta de medios y legislaciones e instituciones, en el mejor de los casos, resistentes, cuando no obsoletas. La gran pregunta no es cuál es el modelo docente del siglo XXI, sino qué puede hacer el docente con las dos vertientes de la realidad en la que vive en el siglo XXI para poder avanzar. Y no tenemos respuesta.