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En los últimos tiempos se ha escrito mucho sobre el acoso escolar. Hemos escrito, pensado, hablado y leído sobre el acoso escolar por razones de género, de religión o de identidad sexual. Sin embargo generalmente no enfocamos mucho la atención en los medios que se utilizan para llevar a cabo ese acoso.

Según todos los estudios la forma de acoso que más está creciendo es el cyberbullying. Quizás precisamente por la tecnificación de nuestras vidas y nuestros entornos, o porque los medios digitales se están convirtiendo cada vez más en la base de nuestras interacciones sociales. Y más ahora con la digitalización en términos absolutos de la educación, y el confinamiento y las relaciones sociales online. El hecho cierto es que nuestros niños y jóvenes están utilizando los medios digitales a su alcance y la sensación de anonimato que ellos les dan para llevar a cabo conductas acosadoras sin ningún tipo de control.

Más allá de las prácticas educativas sobre el rechazo a las conductas de acoso y la tolerancia cero con acosadores y espectadores, nos tenemos que plantear también cómo actuar frente a los casos de cyberbullying.

Cambiar el enfoque tanto de la prevención como de la respuesta al cyberbullyng nos puede llevar a conseguir efectos importantes en la comunidad escolar que nos rodea, y que no debemos olvidar cuidar y vigilar. Además de centrarnos en las consecuencias del acoso cibernético, debemos mostrar a nuestro alumnado que tienen la capacidad de elegir en su manera de relacionarse digitalmente. Para trabajar en esta línea es muy importante responder correctamente a los casos que se den. Algunas ideas útiles para elaborar una estrategia de respuesta y actuación podrían ser:

  • Tener siempre una respuesta proporcionada. Todas las acusaciones de cyberbullyng independientemente de su importancia deben ser investigadas. Es importante elaborar una estrategia básica de respuesta y actuación estandarizada para los incidentes de cyberbullying desde los centros educativos, más si cabe en las circunstancias en las que estamos.
  • Prevenir casos futuros de cyberbullying. Probablemente más importante de la respuesta cuando se da un caso de ciberacoso son las políticas de prevención. Centrarnos en enseñar a nuestro alumnado a crear comunidades digitales positivas, a que aprendan a identificar, responder y limitar el impacto negativo del ciberacoso, o a reconocer su propio papel en el desarrollo o la extinción de conductas crueles en el ámbito digital supondría una diferencia cualitativa importante.
  • Mostrar a nuestro alumnado que pueden ser quienes se impliquen en solucionar los problemas suele ser una estrategia con efectos positivos. Los «upstanders» son aquellos que aunque no están directamente relacionados con los incidentes digitales intervienen para solucionarlos de todas maneras, y nuestro alumnado debe conocer y apreciar estas figuras. Empatizan con las victimas del ciberbullying y ayudan para que dejen de serlo. Para poder generar ese tipo de figuras es importante de nuestro alumnado aprenda que el papel que pueden desarrollar en casos de ciberbullying es muy importante.
  • La implicación de las familias también es un factor de gran peso a tener en cuenta, sobre todo ahora. En toda comunidad educativa las familias están más o menos implicadas, y sobre todo bastante preocupadas por el tema del cyberbullying y las conductas de los niños y adolescentes en los entornos digitales. En ese contexto, es muy importante y suele ser de gran ayuda facilitar recursos y posibilidades de formación para conseguir que dejen de ser espectadores y comienzan a ser parte activa de la solución al problema, y online hay infinidad de ellos.

En la red podemos encontrar con mucha facilidad plataformas que se dedican exclusivamente a potenciar, desarrollar y compartir materiales y recursos para trabajar en estas líneas. El acceso a este tipo de recursos es cada vez más fácil, en abierto muchos que solían ser de pago desde hace unos meses. Utilizarlo de forma preventiva y educar a nuestro alumnado correctamente, o esperar a que haya un problema y dedicarnos a «apagar fuegos» es nuestra decisión. Y nuestra responsabilidad.

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