Ahora que parece que los protocolos COVID nos van a dejar volver a los patios con algo de interacción entre el alumnado, y que estamos planificando la organización y el trabajo ya de cara al curso que viene, no está de más recordar cosas que todos, en el fondo, sabemos de sobra, antes de diseñar la «nueva normalidad» de los recreos escolares. Los recreos aportan beneficios físicos, cognitivos, sociales y emocionales al alumnado, especialmente al de Educación Infantil y Primaria, pero esos beneficios están íntimamente relacionados con la calidad del recreo que ese alumnado tenga.
Según un estudio de la Universidad de Oregón, la seguridad del patio, el acceso a material de juego, la resolución de conflictos entre iguales y la calidad de la relación con los adultos que haya en el patio son algunos de los factores que influyen en la calidad de la experiencia del recreo. Es evidente que el recreo es de vital importancia para el alumnado de esas edades. Pero, si reflexionamos sobre ello, es evidente que no es tan simple como que el recreo exista o no. Todos tenemos experiencias que demuestran que, de igual manera que el recreo puede ser una experiencia imprescindible para el desarrollo de los niños, no es menos cierto que puede ser un absoluto desastre en otros casos o circunstancias.
El recreo es un tiempo en el que la implicación y participación del alumnado en juegos puede ayudar a desarrollar habilidades sociales y emocionales, tales como el trabajo en equipo, las relaciones entre iguales, el concepto de compartir y la resolución de conflictos, nos ha quedado más que claro (si es que teníamos alguna duda) después de pasar este curso en «burbujas» y separados; pero también puede ser un espacio inseguro en el que se desarrollen conductas de acoso y agresión.
Más allá del estudio del impacto de la actividad física en el recreo sobre el alumnado, el estudio de la Universidad de Oregón se centró en la calidad del tiempo de recreo, para lo que desarrollaron una herramienta que permite observar 17 ítems, The Great Recess Framework.
Con esta herramienta se observan factores tales como la disponibilidad de equipos para el recreo y el acceso a juegos organizados; el comportamiento del alumnado, incluidas las peleas, así como su capacidad para resolver conflictos entre iguales; o el paso del tiempo de clase al recreo y viceversa.
El estudio demostró que los recreos de calidad eran aquellos que tendían a que las transiciones entre aula y recreo fueran suaves; donde el alumnado tenía variedad de posibles actividades y juegos; en los que eran capaces de resolver los conflictos por sí mismos; donde había poca violencia o acoso; en los que la participación de los adultos en las actividades era mayor.
Desde nuestra experiencia docente las observaciones aportadas por el estudio de la Universidad de Oregón nos parecen perfectamente coherentes con la realidad diaria que vivimos. Y con ese punto de vista, solo nos queda elaborar una escala de medición con ese tipo de ítems para nuestros recreos, calibrar la calidad de la que partimos, y trabajar en pos de una mayor calidad (o un mantenimiento de la que tenemos, si es lo suficientemente buena) en nuestros patios. Planteado así es fácil y accesible para todos los centros, de modo que ¡manos a la obra!