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En mucho de lo que leemos en los últimos tiempos aparecen referencias a la educación inclusiva como si fuera la evolución de la educación especial. Quizás deberíamos comenzar por definir el término.

Buscando entre distintos autores lo cierto es que el concepto de educación inclusiva varía dependiendo de la región, del contexto o del punto de vista. En términos generales, se puede considerar como lo opuesto a la exclusión: el proceso consistente en eliminar las barreras educativas para individuos o grupos de individuos en su escolarización normalizada con todos los niños, asegurando que esas barreras se eliminan. Esto supone reconocer a los individuos como diferentes entre sí y promover el acceso a una educación de calidad para todos ellos en contextos comunes.

Para lograr una escuela inclusiva y evitar la segregación, los contextos escolares deben convertirse en más receptivos a los niños con distintos tipos de habilidades, culturas, géneros, religiones y otras situaciones que se presentan en las aulas. Y para conseguir esto hay distintas tendencias pedagógicas que se van poniendo en marcha. Dos de estas posibilidades metodológicas son el Diseño Universal de Aprendizaje (DUA) y la Educación Diferenciada.

Diseño Universal de Aprendizaje (DUA)

El Diseño Universal de Aprendizaje (DUA) es una filosofía educativa que pretende proporcionar acceso a la enseñanza y éxito educativo a todo el alumnado. Está basado en tres principios que incluyen distintos tipos de compromiso, distintos tipos de representación y distintos tipos de acción- expresión.

El principio de distintos tipos de compromiso se refiere a la presentación de una diversidad de maneras para que los estudiantes participen en su propio proceso de aprendizaje. Esto supone conseguir involucrar todos los tipos de intereses, habilidades, estilos de aprendizaje, etcétera que están presentes en las aulas. Afecta, por tanto, principalmente, a la parte afectiva y motivacional de la pedagogía. Se trabaja ofreciendo al alumnado opciones para la autorregulación, información sobre los objetivos a conseguir y los niveles de logro, fomentando la interacción en proyectos grupales e incrementando el feedback a lo largo de todo el proceso. Se pretende de esta manera que el aprendizaje aparezca como más relevante y por lo tanto se incremente la motivación del alumnado.

El segundo principio, relativo a los distintos tipos de representación, se refiere a la comunicación y a la necesidad de que tanto los docentes como el alumnado busquen la mejor manera de comunicarse entre ellos utilizando distintos estilos comunicativos y capacidades receptivas. Supone prestar atención, además de a los contenidos, a la eficacia en la transmisión de esos contenidos y en la recepción de los mismos.

El tercer principio habla de la provisión de múltiples tipos de acciones y expresiones. Se refiere a distintos tipos de actividades, presentaciones y modos de comunicación, lo que multiplica enormemente el tipo de actividades, evaluaciones, objetivos y posibilidades al alcance de las diversas capacidades, estilos, preferencias y motivaciones de nuestro alumnado.

Se trata de una propuesta metodológica que no se refiere tanto al alumnado con discapacidad como a todo el alumnado de las aulas: pretende abarcar todos los tipos y tipologías de individualidades que nos podemos encontrar en las aulas, proveyendo trabajo, evaluación, seguimiento y desarrollo educativo en todos los ámbitos.

Educación Diferenciada

El planteamiento de la Educación Diferenciada es, en cierto sentido, opuesto al anterior. Mientras que el Diseño Universal de Aprendizaje pretende ofertar a todo el alumnado un aprendizaje a través de las mismas o similares estrategias, diseñando tareas globales, la Educación Diferenciada supone ofertar distintos niveles o técnicas para distintos estudiantes, individualizándolos. Algunos autores definen la diferenciación como la práctica de modificar y adaptar materiales, contenidos, proyectos y productos académicos así como las evaluaciones de acuerdo a las necesidades de los estudiantes, afirmando que en una clase diferenciada los docentes reconocen las diferencias entre sus alumnos y las distintas necesidades metodológicas, académicas o de trabajo que cada uno requiere para alcanzar el éxito educativo.

En tanto que el Diseño Universal de Aprendizaje sigue unas pautas muy marcadas en su funcionamiento, la Educación Diferenciada tiene casi tantas formas como aulas en las que se pone en marcha.

Lo cierto es que la inclusión pedagógica está todavía en desarrollo en las aulas. Las distintas aproximaciones metodológicas que se plantean, y aquí solo hemos visto dos, tienen luces y sombras y no hay aún estudios que avalen la efectividad de unas u otras definitivamente. De hecho, todavía hay discusiones sobre lo que se consideran diferencias, inclusiones y exclusiones en términos pedagógicos. Sin embargo, se mantiene casi como acuerdo tácito el consenso sobre la necesidad de conseguir un desarrollo óptimo del aprendizaje de todo nuestro alumnado y el deseo de abarcar las necesidades de todos de manera que alcancen su máximo potencial. En cómo conseguirlo en la práctica diaria de una manera efectiva es donde está el quid de la cuestión.

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