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Todos los que llevamos años en la docencia hemos pasado por distintas épocas en lo relativo al fomento de la lectura entre nuestro alumnado. No es que nos importe más o menos, sino que es algo que no tiene fin, y que nunca tiene mucho éxito, que a veces dejamos olvidado en un rincón abrumados por otras muchas tareas. Pero si en lugar de correr apagando fuegos y siguiendo agendas hiciéramos las cosas por orden de importancia, es algo que no dejaríamos a un lado nunca. De hecho, la competencia lectora, en todos sus ámbitos, es algo básico para avanzar en cualquier otro trabajo escolar o educativo en el que queramos incidir, desde cualquiera de sus ángulos o planteamientos, incluso en el formato digital o en confinamiento.

Igual de cierto que lo anterior, no lo es menos que todos, más o menos, conocemos y hemos ido probando a lo largo de esos años de docencia distintas técnicas, herramientas o actividades para que los resultados de ese fomento de la lectura sean mejores. Pero a lo largo de los años los vamos dejando atrás de manera que, si hoy nos ponemos, volvemos a los que usamos siempre. En este post vamos a recordar algunos y a proponer algunos nuevos. Evidentemente, no vamos a inventar la pólvora; la idea es reunir en un solo sitio un conjunto de herramientas o ideas que nos puedan ser útiles en el tema.

  • Tener una biblioteca de aula. No hace falta que sea un rincón específico con asientos para leer, como en las aulas de Educación Infantil (aunque es una gran práctica, no siempre disponemos en las aulas de Primaria o Secundaria del espacio y el mobiliario), pero sí que tenga entidad propia y sea algo que todo el alumnado conozca y pueda utilizar con facilidad. Esto es también válido para el formato digital; hoy día hacer un rincón de lectura virtual está más a nuestro alcance que nunca.
  • Recomendaciones. Comenzamos por algo que se puede hacer de muchas maneras y suele ser efectivo en términos generales: las recomendaciones de los iguales. Que el alumnado realice recomendaciones de libros suele dar resultado a la hora de que los compañeros escojan lecturas, permitiendo además mejorar las relaciones interpersonales en las aulas, fomentar la expresión oral o escrita y mejorar el espíritu crítico. Para hacerlo hay infinidad de técnicas: desde las fichas de lectura en forma de recomendación con un corcho para colgarlas, pasando por la biblioteca de aula hecha con libros del alumnado según sus propias recomendaciones, sin olvidar el uso de las TIC para generar las listas TOP de libros o el panel de recomendaciones, usando blogs o aplicaciones al efecto de la red.
  • Siempre es bueno plantear la lectura como algo que, si bien no dejamos al libre arbitrio del alumnado (o se extinguiría), conlleva una serie de «derechos». Quizá para algunos niveles los Derechos del Lector de Daniel Pennac sean demasiado, pero siempre se pueden adaptar o modificar. En cualquier caso, un cartel con los Derechos del Lector junto a la biblioteca de aula (incluso en la biblioteca del Centro si hay sistema de préstamo de libros) ayuda a percibir la lectura como algo en lo que participamos activamente y que podemos modificar y gestionar por nosotros mismos, que para el alumnado suele ser positivo y motivador.
  • Ser creativos. Que es un mantra muy manido, pero a veces es muy simple de hacer y da enormes resultados. Solo con cambiar algo de la rutina de lectura en el aula ya estamos llamando la atención de nuestro alumnado sobre el tema, con lo que eso supone en términos de «empujón» para leer. Y se puede cambiar desde el método de repartir o coger libros (un cuadrante para que los vayan pasando de unos a otros, un carnet de préstamo, una votación con puntos…) hasta la «ficha de lectura» (que puede pasar a ser una puntuación con crítica, un cartel para el blog de lectura de clase, una narración para los niveles inferiores en actividades inter-aula, etc). Las posibilidades son infinitas sin enredarse mucho. Si nos ponemos con más tiempo…
  • Variar la lectura. No siempre las lecturas tienen que ser libros. Ni en papel. Hay cómics, chistes, artículos de revistas infantiles y juveniles, lecturas cortas; hay libros digitales, libros gráficos, revistas en papel y revistas digitales y blogs o páginas de internet con artículos y lecturas para distintas edades. La diversificación en la lectura ofrece muchas posibilidades, que abren puertas a la motivación lectora, pero también a la integración de alumnado con distintas problemáticas o niveles de lectura en las actividades lectoras en el aula, sin necesidad de que ellos se enteren de las diferencias, con lo que eso supone para la inclusión y para el fomento de la lectura en sí mismo.
  • Puesto que de una manera o de otra vamos a hacer un seguimiento de lo que nuestro alumnado haga en términos de lectura, es importante no «poner nota» a la lectura. Si bien es importante reconocer a los buenos lectores, ponerle nota a la ficha de lectura es una práctica que, de alguna manera, envenena el placer de leer que pretendemos fomentar. Obtener una respuesta a la lectura realizada, y a veces el formato es lo de menos, debería ser suficiente para acreditarla y continuar leyendo. Y una respuesta puede ser la famosa ficha de lectura, o la reseña que hemos mencionado antes, o cualquier otra actividad que se haga en relación con ella; sin olvidar nunca que ha de ser compatible con los Derechos del Lector que nos hayamos asignado previamente.

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