La equidad en educación hace referencia a las necesidades de cada estudiante, transformándolas en un camino hacia el éxito académico. En términos generales, los centros educativos utilizan modelos estandarizados que pretenden igualar al alumnado. Pero el concepto de igualdad y equidad son completamente diferentes. Si frente a una población diversa en términos de capacidades, culturas o entornos sociales, ofertamos un modelo igual para todos, podrá ser igual pero no es justo. La equidad en los centros escolares se da cuando se tienen en cuenta todos esos perfiles de diversidad para generar respuestas apropiadas a cada uno.
Desde la aparición del COVID la equidad está, más que nunca, en el punto de mira en el contexto educativo, después de que se hayan puesto de manifiesto las diferencias en lo que al acceso a internet, dispositivos electrónicos o cobertura de las necesidades básicas se refiere. Y nos hemos dado cuenta de que la única manera de avanzar es lograr el acceso a la educación y la equidad en la misma, porque el primer objetivo debe ser reducir (eliminar) la marginación de nuestro alumnado por estas causas.
En el fondo estamos hablando de compensar necesidades básicas en términos humanos en los entornos familiares mucho antes de plantear las necesidades dentro del aula. Cuando se trata de evitar las diferencias de acceso hablamos no solamente de problemas de acceso a dispositivos electrónicos o acceso a internet; en muchos casos se trata, antes de eso, de falta de acceso a una alimentación o vivienda adecuadas.
La pandemia ha ayudado a las autoridades, a los Centros Educativos y a los docentes, a detectar y conocer de primera mano situaciones de vulnerabilidad que estaban ocultas, sacando a la luz las necesidades de un alumnado que pensábamos que estaba en perfecta disposición para integrarse en el planteamiento estandarizado.
Evidentemente, los centros en entornos más desfavorecidos por problemas económicos, raciales, culturales o de cualquier otra índole, son aquellos en los que más falta de equidad suele haber, y así se ha confirmado. Y, por supuesto, también son aquellos en los que plantear una educación equitativa, con lo que ello supone de inversión en recursos, es mucho más difícil, máxime si pretendemos incidir sobre la situación de partida en el entorno vivencial del alumnado, evidentemente fuera de nuestra órbita de alcance.
Más allá de las dificultades para acceder a los recursos de los entornos desfavorecidos, hay que señalar que en los centros con menores dificultades la inequidad también está presente, y lo hemos podido comprobar más allá de nuestras expectativas o presuposiciones, a lo largo de los dos últimos cursos. Y lo está en términos de acceso a los recursos que necesitan; estos recursos pueden ser no solamente de suministros o materiales, sino también de acceso tecnológico o docente: el alumnado, para poder tener un nivel adecuado de equidad, necesita contar en todos los ámbitos con una docencia de calidad.
Al hablar de docentes de calidad estamos hablando no solo de la formación de los docentes, sino también de su estabilidad, de su implicación en los centros o de los perfiles pedagógicos y metodológicos con los que pueden trabajar en los mismos. Planteamientos metodológicos como el aprendizaje activo, el uso de tecnologías, el trabajo por proyectos o la zona maker, favorecen enormemente un trabajo equitativo por parte del alumnado y una programación especialmente organizada para desarrollar un aprendizaje equitativo en entornos y momentos en los que el modelo tradicional no permiten esa equidad.
Planteando introducir estándares de equidad en nuestro sistema educativo, lo que estamos promoviendo es una respuesta a todos los tipos de diversidad que se dan en nuestra sociedad. En lugar de sacrificar la individualidad en pos de una línea igual para todos, lo que se promueve es el beneficio de cada uno de los individuos participantes en el proceso de enseñanza aprendizaje. Se trata de empoderar a todos los estudiantes, independientemente de sus diferencias, consiguiendo un nivel más alto de logro académico a base de eliminar obstáculos, personalizar la enseñanza y ofrecer recursos que permitan el acceso y el desarrollo de la misma a cada uno según sus necesidades.
Como planteamiento pedagógico es difícil encontrar detractores; poder llevarlo a la práctica ya es otra cuestión.