En estos últimos tiempos hemos estado valorando las aportaciones que nos han hecho los tiempos de enseñanza online y de enseñanza híbrida a lo largo de los dos últimos cursos y eso nos lleva, inequívocamente, a plantearnos qué es lo siguiente que tenemos que hacer en el ámbito educativo. Evidentemente hay cosas de la enseñanza online y de la enseñanza híbrida que han venido para quedarse, y es precisamente la unión de lo que ya teníamos y de las novedades que pensamos que debemos quedarnos lo que nos tiene que dar el punto de partida para plantear la enseñanza de aquí en adelante. Algunas corrientes plantean que a partir de ahora deberíamos establecer como metodología general la enseñanza centrada en el alumnado.
El hecho es que a lo largo de los dos últimos cursos, en los que voluntarios voluntariamente nos hemos hecho expertos en enseñanza online e híbrida, la inmensa mayoría de los docentes han centrado sus esfuerzos en trasladar al nuevo entorno tecnológico las prácticas habituales del aula presencial. La mayor parte de los docentes han utilizado las plataformas LMS (Google Classroom, Teams, Moodle, etc) para replicar las clases síncronas dentro del aula, ayudándose, además, de las conexiones de vídeo en tiempo real. Algunos docentes además, ocasionalmente, han utilizado los materiales de las editoriales diseñados para trabajar online o con medios tecnológicos; algunos, además, han utilizado encuestas digitales, fichas online que se rellenan digitalmente, y otras herramientas que proveen las propias editoriales o plataformas educativas para intentar replicar el funcionamiento del aula.
Sin embargo en las plataformas profesionales a las que todos estamos acostumbrados el funcionamiento no se parece para nada aunque nosotros tenemos en clase. Son plataformas profesionales, con las mismas herramientas que nosotros ya tenemos al alcance de la mano, pero que plantean el trabajo y el diseño instruccional de una manera completamente diferente. Quizás tanto las frustraciones que nuestro funcionamiento nos ha ido generando, como la reflexión de que en un entorno profesional la utilización es diferente, nos deberían hacer replantearnos nuestro uso, diseño, programación y explotación de estos escenarios digitales, tanto para entornos digitales (absolutos o híbridos) como para el funcionamiento en el aula.
Cuando se inició la enseñanza digital los docentes tuvimos días, en el mejor de los casos, para pasar de un entorno completamente presencial y absoluto a un entorno digital completo con nuestros propios recursos personales. No se trata de reprocharnos lo que no hicimos, sino de plantearnos qué hacer con lo que hemos aprendido, o lo que nos hubiera gustado poder hacer.
Si la premisa para iniciar la puesta en marcha de dichos aprendizajes es adaptar a nuestros niveles de enseñanza las metodologías de las plataformas profesionales en entornos digitales a las que estamos acostumbrados, quizás lo primero que deberíamos hacer es ponerle nombre a la metodología de la que estamos hablando: en términos generales estamos hablando de la enseñanza centrada en el alumno. Pero lo cierto es que la enseñanza online no es, necesariamente y en sí misma, una enseñanza centrada en el alumno. Por lo tanto debemos plantearnos qué es lo que necesitamos para conseguir alcanzar ese perfil metodológico.
Si bien el uso de las plataformas digitales es necesario, por cuanto permite un funcionamiento individualizado y un feedback directo, no lo es menos contar con un material didáctico programado, diseñado, y organizado de tal manera que nos permita hacer itinerarios individualizados y recoger la información que he dicho es itinerarios nos aportan. Eso supone una cualificación profesional y en la inversión de tiempo por parte de los docentes para poder seleccionar y comenzar a utilizar este tipo de materiales, si es que están disponibles, o para poder iniciar el desarrollo de los mismos.
Es evidente que no se puede cambiar una organización docente global implementando una metodología nueva en tiempo real. Pero si lo pensamos bien, llevamos mucho tiempo dando vueltas alrededor de distintos conceptos educativos, metodológicos, y organizativos que nos llevan de alguna manera a centrar el aprendizaje en el alumnado de manera individualizada. Contamos ahora con plataformas online, con docentes, alumnado y familias acostumbrados a trabajar con elementos digitales, de una manera absoluta que se ha ido transformando progresivamente en una metodología mixta. Quizás con todas las herramientas, elementos, plataformas, y demás instrumentos que ahora tenemos, de repente y casi sin querer, al alcance de la mano y que hemos empezado a utilizar casi sin querer, el desarrollo de este tipo de metodologías este mucho más próximo.
Lo cierto es que en el fondo, para el docente de a pie, metodologías y organizaciones didácticas de las que llevamos meses, cuando no años, hablando, tales como el diseño universal de aprendizaje, la inclusión educativa, o la aprendizaje centrado en el alumno, al final revierten en un concepto común que deja un lado al alumno tipo para el que se diseñan los grandes currículos educativos de las distintas administraciones para centrarse en cada una de las personas, todas diferentes, todas capaces, todas necesitadas de desarrollar sus potencialidades, que tenemos en nuestras aulas como alumnado. Es a ese concepto al que deben ir nuestros esfuerzos y nuestro desarrollo metodológico, organizativo, programático. ¿Empezamos ya?