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Todos sabemos que el acoso, el ciber-acoso, la violencia y el bullying son problemas serios en la realidad de nuestros centros escolares y sociales; y, aunque lo demos por supuesto, hay estudios que demuestran que cuando este maltrato lo recibe alumnado LGTB+ es mucho más probable que sea ignorado o tratado erróneamente. Si bien la mayor parte de la comunidad docente tiene una clara intención de proporcionar entornos seguros y positivos para este alumnado, no lo es menos que, en su mayor parte se sienten más incómodos realizando intervenciones cuando el origen del bullying es referido a orientación sexual que cuando lo es referido a género, raza o religión. Y no es menos cierto que esa consciencia no suele transformarse en políticas activas en la realidad.

Las causas de esta situación son muchas y muy variadas. Este artículo pretende señalar, para la reflexión, algunas de ellas:

  • Algunos docentes se sienten incómodos hablando a su alumnado sobre sexualidad porque choca con sus consideraciones sobre lo que es o no apropiado (a veces mezclando hablar de orientación sexual con hablar de sexo), a lo que también se añade la presión que sienten proveniente de la administración o los padres.
  • La falta de asesoramiento y formación docente sobre cómo abordar temas y conflictos con alumnado LGTB+ (en algunos sitios comienza ahora a haber, tímidamente, algunos conatos de formación para profesorado en estos ámbitos) hace que los docentes estén, en términos generales, muy mal equipados tanto para llevar a cabo actividades inclusivas en términos LGTB+ como para detectar comportamientos potencialmente negativos en este ámbito.
  • La falta de un liderazgo claro y bien definido en este ámbito por parte de la administración educativa deja al profesorado a merced de sus propios recursos y de los prejuicios y miedos de su entorno (propios y atribuidos a otros miembros de la Comunidad Educativa) para proveer respuestas, que terminan convirtiéndose, generalmente, en una meras resoluciones de conflictos. En ese momento es tarde para intervenciones, desde casi todos los puntos de vista.
  • La falta de un protocolo estandarizado de atención y cuidado de este tema en los centros deja al albur de las individualidades y las circunstancias su tratamiento y desarrollo, con los problemas que ello supone.
  • La situación no se circunscribe únicamente al alumnado: hay una cierta tendencia a «atribuir» motivaciones al profesorado manifiestamente LGTB+ con respecto a su quehacer diario contra la que también hay que luchar.

No es esta una lista exhaustiva ni pretende serlo. No es sistemática. No es la base de nada. Solamente es la apertura de un tema importante, cada vez más en nuestras sociedades y centros, entornos y alumnado, ante la que tenemos que reflexionar y trabajar. Solo con generar la necesidad de hacer esas dos cosas, ya es un punto de partida prometedor.

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